Antiguamente las aventuras se vivían comprando las novelas de Salgari. Eran tiempos en los que se leían relatos de piratas, de mares encrespados, de selvas con animales feroces y cazadores despiadados. Hoy, nada de esto es posible porque casi no se lee, ocupados como estamos en ver la televisión y saber, gracias a su contenido educativo, los centímetros del plátano de un cantante o el sendero que sigue la mujer de un futbolero para llegar a la cima venturosa del sexo. El progreso tiene estas ventajas.
Pero, a cambio, podemos vivir una de aventuras con solo utilizar los servicios de una cafetería moderna o de un restaurante elegante, tan distintos hoy de aquellos antiguos en los que debíamos acuclillarnos para evacuar con grave riesgo de la pérdida del equilibrio y de meter el pie en zonas pantanosas y pestilentes. Un pasado ominoso que solo recordamos quienes nos hemos esmerado en cumplir muchos años. Lo habrán comprobado ustedes más de una vez: entramos, afectados por las urgencias de una micción o de apremiantes retortijones, en el water y de pronto, sin accionar botón ni interruptor alguno, una luz se enciende solícita indicándonos el lugar exacto donde se va a producir el alivio. Aplicados al sanitario, el chorro se expande libre, alegre, cantarín, como una canción, a veces incluso lo acompañamos del silbido de una melodía querida ... Disfrutamos de un merecido lenitivo tras la presión sufrida. Pero, entonces, justo cuando más confianzudo sale el chorro, sin aviso previo, a traición, se apaga la luz, produciendo la sorpresa un sobresalto en el suministro de la meada copiosa, convertida incluso en un lamentable gota a gota. Y es que, por lo inesperado, algo se ha paralizado en nuestras entretelas y solo un esfuerzo de la voluntad y de la atención logra recomponer el ritmo jubiloso de la expulsión. Hemos sufrido la meadura interrupta con las secuelas sicológicas que puede dejar tras de sí.
Una vez terminada la operación, cerrada de nuevo la jaula, es preciso moverse a tientas en un recinto por lo común angosto y desconocido. El chivato de una luz tenue pretende indicarnos cómo salir del apuro pero las más de las veces el tal chivato emite pálidas señales y no se le distingue o nuestra vista simplemente ya no está para agudezas ni alardes. Entonces es preciso tantear a ciegas, calcular distancias, probar, explorar, algún coscorrón es casi inevitable hasta que por fin damos con el pomo de la puerta que nos devuelve al mundo alumbrado en el que recobramos la confianza en nuestros movimientos. Hay ocasiones en que estas vacilaciones en la oscuridad no se llegan a producir, cuando tenemos la suerte de que algún otro usuario entre, entonces estamos salvados, aunque el susto para él es grande porque no es fácil explicarse qué hace un señor a oscuras en el water de un restaurante. Lo más normal es que piense que quien se encuentra en trance tan comprometido y extraño es que ha culminado alguna sórdida cochinada sexual en solitario y que prefería la penumbra para mejor aparejar las evocaciones. Como se ve todo esto es penoso.
Pero más penoso es aún si la escena descrita se desarrolla en el interior del excusado, es decir, con ocasión de alivios mayores y más compactos. La indefensión de quien se halla con los calzones bajados (y lo mismo supongo que ocurrirá con las mujeres) es grande y merece una cierta compasión. Si en ese momento le dejamos a oscuras, entonces estamos perpetrando una agresión que puede afectar incluso a su estabilidad emocional, sin contar con que el proceso de limpieza no quedará adecuadamente culminado, lo que llevará a la proliferación posterior de palominos.
Por todo ello, reivindico a la autoridad el restablecimiento del interruptor manual y tradicional, humilde y servicial. Es decir ¡chorro de luz para el chorro!
sábado, 16 de mayo de 2009
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Profesor Sosa Wagner
ResponderEliminarEste comentario de hoy, me ha recordado a hace más de 30 años, una ocasión en que coincidí en un almuerzo con Don Camilo J.Cela. En aquella época él estaba escribiendo el "Diccionario Secreto". Dijo que iba por la P, y se dedicó durante todo el almuerzo a hablar de pedos, pises, y demás palabras.
Comprendo que es más corto "mear" que "orinar", y también más corto "water", que "retrete", pero con esas palabras que usa, me ha hecho recordar la cutrez de los bares y restaurantes de carretera, una de las razones por las que últimamente evito viajar siempre que puedo .
Espero que su próxima guinda esté perfumada al kirsch, al marrasquino, incluso a la violeta de genciana, aparte del aguardiente, porque lo que es hoy, el aroma sui géneris que desprende su comentario me va, mucho me temo, a acompañar todo el día.
Mear, Orinar, Water, Retrete.... querida viejecita: LO IMPORTANTE ES QUE SE ENTIENDA!
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Doña Bárbara Paraula
ResponderEliminar¡Que gozada de video ¿verdad?!
No había querido aludir a él fuera del blog de R.D, para que no se me acusara de propagandista-palmera, pero ya lo he visto yo que sé las veces...
Y sí importa que se entienda, pero también como suene. Sobre todo después de la crítica el otro día del propio Profesor S.W, del uso de una de las palabras que hoy utiliza.
Esa crítica del profesor a la que se refiere no la he leído yo.
ResponderEliminarSí, a mi también me ha gustado el video la verdad, muyyy fresco. No es el clásico mensaje de campaña. Es una pena que sólo hagan uno. Si hubiese dinero yo haría una serie temático con 3 o 4 mensajes fuerza.
Lo de que a los políticos no se les entienda ya es un clásico, pero vamos ZP es uno más de ellos, desde luego. Creo que el video le ha gustado a muchas personas, algunas de ellas que no son militantes de este partido. Por ejemplo, el post de hoy en el blog de García Frances, que también resalta la intervención de la señora Diez en el debate del estado de la nación.
Creo que las europeas van a ser un buen escenario para vosotros, váis por buen camino de convencer a los indecisos (ya casi casi estoy convencida hasta yo!.).
Besos.
El día 4 de mayo, el Profesor puso un artículo en defensa de las palabras españolas en desuso, proponiendo su utilización.
ResponderEliminarY criticaba la abundancia de palabras en inglés proponiendo que las tirásemos al "water". Así, entrecomillado, con lo que quedaba incluído entre esas palabras para desechar.
Pues siendo así, es como para pegarle un tirón de orejas al profesor por no respetar sus propias propuestas.
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