sábado, 23 de febrero de 2013

Ratzinger y el estudiante Francisco Sosa



(La renuncia del Papa hace que recupere esta Sosería que publiqué hace muchos años).

                                                                                                                                              
Como ahora hay muchas personas que han conocido a Ratzinger, yo también, con un punto de osadía, me apunto a esa legión. Mi título para ello es bastante elemental pero creo que tiene algún interés recordar ciertos detalles: yo era estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Tübingen cuando él era catedrático de la Facultad de Teología católica.  Estoy hablando de finales de los sesenta. Tenía yo a la sazón varios amigos que se doctoraban en Teología y solía ir a buscarles al Seminario (ese recinto sacrosanto que los papanatas de la reforma universitaria española llaman “área”). Recuerdo que los despachos de Ratzinger y de Hans Küng eran contiguos. 


Küng era una estrella fulgurante, sus clases se llenaban, también de estudiantes que nada tenían que ver con la teología, como era mi mismo caso, aunque confieso que me perdía en sus elucubraciones sobre la historia de los dogmas de la Iglesia. Küng era además un cura de éxito y sus prédicas se seguían incluso por agnósticos que habitualmente no iban a misa (me vuelvo a citar a mí mismo). En fin, hasta tenía éxito con las mujeres porque era un tipo agraciado, con un pelo abundante y un porte de artista de cine. Una señora mayor muy buena y muy beata, que tenía alquilada una habitación a Javier Sádaba, le odiaba y, cuando Küng aparecía en el templo, lo abandonaba. Todavía hoy sigue siendo Küng un personaje en Tübingen, ciudad que conozco bien porque en ella paso muchos veranos y en los últimos le he visto varias veces -gallardo en su vejez- porque vive muy cerca de la casa que yo suelo alquilar.


Me consta que en la llegada de Ratzinger a Tübingen tuvo bastante que ver Küng pues colaboró en su incorporación al claustro. Y que tenían una buena relación personal era también cosa sabida, Küng se ocupó incluso de buscarle vivienda.  Pero el enfrentamiento debía de estar incubándose y determinante debió de ser el hecho de que Ratzinger empezó a ser el blanco de las asambleas estudiantiles y de los panfletos. Todo eso lo recuerdo nítidamente porque los estudiantes teníamos un centro de reunión que era la Mensa y en ella los escritos y aun las discusiones en la comida sobre Ratzinger y Küng no eran infrecuentes. Estoy hablando de la Universidad de Tübingen en un momento especialmente brillante donde enseñaban los importantes teólogos citados, donde enseñaba el filósofo Bloch, los grandes juristas Bachof y Dürig, los lingüistas Tovar y Cosseriu... Estoy hablando pues de un centro serio que nada tiene que ver con lo que ha venido más tarde, en la misma Alemania (aunque Tübingen sigue siendo un oasis), y no digamos en España donde la Universidad es ahora,salvadas individualidades relevantes, el epicentro de la mediocridad.


¿A qué se debía que Ratzinger no fuera querido entre los revoltosos? Pues para mí la respuesta es un misterio aunque me aventuro a pensar que ello tenía que ver con su personalidad. Porque Ratzinger en modo alguno era el teólogo conservador que ahora dicen que es (yo no me atrevo a pronunciarme sobre el fondo de este delicado asunto pues no sé en qué se distingue un teólogo conservador de otro progresista) sino el autor de un libro muy en boga en aquellos años que era su “Introducción al catolicismo” y que andaba edificando en su magín las que serían sus aportaciones en el Concilio Vaticano II. Pero debía de ser persona tímida, poco hábil para afrontar el barullo de aquellas asambleas de la Facultad donde predominaría -imagino- la sal gorda. El caso es que, según mi opinión, ahí es donde se empolla la enemistad de Ratzinger y de Küng pues es probable que este prestara poco apoyo al colega zaherido. Lo cierto es que Ratzinger tira la toalla y se marcha de Tübingen. Después, ya desde las alturas vaticanas, le suprimiría la venia legendi determinando su expulsión de la cátedra. En las Memorias de Küng, que yo no he leído, podrá encontrarse la clave de este asunto que tiene su importancia en la historia contemporánea de la Iglesia.

Lo que no tiene la menor importancia para esa historia es este artículo mío.

domingo, 17 de febrero de 2013

Aroma de rosquillas


(El pasado 7 de febrero me publicó La Nueva España esta Sosería)



Se han dirigido burlas contra un presidente de algo (una empresa, una Administración...) que se preocupaba por el olor de su coche oficial y encomendaba a su conductor que cuidara este aspecto en sus comprometidos desplazamientos. La verdad es que no entiendo la chanza porque a mí me parece muy lógico: si seleccionamos el color del coche o de la tapicería, si seleccionamos la música que queremos oír, ¿por qué no el aroma que ha de acompañarnos? ¿Hay alguna razón para hacer de menos al sentido del olfato, tan digno como el de la vista o el del oído?


De lo que queda en los renglones de nuestra memoria lo más duradero e importante es lo que olemos y las grandes creaciones se advierten antes por el olor que por el sabor. Así ocurre con el vino que, cuando está cuidado con mimo y galanura, nos trae aromas de especias, de hierbas salvajes, de violeta, de plátano, de chocolate, de almendra o de nuez... hoy día se hacen ofertas de vinos que han sido seleccionados por sus aromas. Cualquier espíritu sensible convendrá conmigo que el aroma a flores de un Gewürztraminer es de las sensaciones que se quedan columpiadas en nuestras melancolías. No es una casualidad que al catador de vino se le seleccione por su nariz, no por su lengua. Recordemos, ya que hablamos de memoria, que cuando en casa de nuestras abuelas olíamos las rosquillas de anís y comino sabíamos que entrábamos en sagrado. Y que las monjas, si van al cielo, no es por sus rezos ni por sus misas, sino por el olor que desprenden a pastas y a bizcochos.

Lo mismo ocurre con los buenos cigarros habanos que el catador de prosapia antes huele que degusta. Y a Marcel Proust se le agolpan los recuerdos de su infancia antes por el olor del té que por el sabor de la magdalena, con ser su magdalena la más famosa del universo, como si dijéramos, la diosa venusta de las magdalenas.

Y es que la nariz es algo muy serio. Shostakovich le dedicó una ópera y a este compositor hay que admirarlo, aunque sólo sea porque Stalin lo persiguió, lo cual dignifica a cualquiera. Los únicos que no saben valorar la nariz son los otorrinos, que se enredan en sus enfermedades sin advertir su belleza de la misma manera que el juez se enreda en los preceptos procesales teniendo como tiene ante sus narices nada menos que a la justicia.

En la vieja bohemia, pero también en la actual, sus sacerdotes, que eran y son los poetas chirles, siempre se ha detectado antes el olor de un bocadillo de chorizo bien grasiento que el ritmo de unos versos alejandrinos.

Ahora hay tratamientos terapéuticos a base de aromas y deberíamos entregarnos a ellos con disciplina de neófitos. Para no engordar y ahuyentar el colesterol lo más recomendable no es atiborrarse de fármacos como nos dicen los médicos, sino oler. Debería haber restaurantes de olores y en ellos pediríamos aromas: de fabes con almejes, de cocido madrileño, de callos a la riojana, de botillo berciano y así sucesivamente sin que nuestro hígado ni nuestras arterias padecieran.

Todo se salvaría si cuando la prosa de la vida nos aturde entrara la poesía de los aromas.

En fin, el aroma, los olores son las pepitas de oro de la ciencia. Al menos de la sociológica. Porque ¿cómo sabríamos que España va muy mal si no fuera por el olor que despide?

miércoles, 6 de febrero de 2013

Donaciones ilegales a la CDU en Alemania


(Ayer 5 de febrero me publicó el periódico El Mundo esta tribuna).


A principios de noviembre de 1998 fue elegida una tal Angela Merkel secretaria general de la CDU siendo Wolfgang Schäuble presidente del partido. La presidencia de honor la ocupaba el canciller Helmut Kohl. Era una época en la que la democracia cristiana alemana obtenía buenos resultados en las elecciones a los parlamentos de algunos Länder y también en las celebradas en junio de 1999 para el Parlamento europeo.

Pues bien, es en noviembre de ese año 1999 cuando estalla en los medios informativos alemanes el escándalo de las donaciones ilegales a la CDU. Nada menos que en una entrevista concedida al segundo canal de la televisión alemana, Kohl admite haber ingresado grandes sumas de dinero sin cumplir las reglas contenidas en la ley que regulaba tales donaciones al tiempo que se negaba a dar los nombres de los donantes.

Es entonces cuando Angela Merkel publica un artículo sonado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung -22 de diciembre- criticando abiertamente la actitud de su jefe de filas y reclamando a su partido que “aprendiera a andar solo, a tomar su propio camino como cada cual hace cuando llega a la pubertad”.

¿En qué consistía el escándalo de las donaciones? En el turbulento -para la CDU- noviembre de 1999, un juzgado de Augsburgo dicta una orden de arresto contra el entonces tesorero de este partido imputándolo por evasión de impuestos. Se le acusaba, en concreto, de haber aceptado una donación procedente de un traficante de armas, donación que no había pasado por las oficinas de Hacienda. Es más: ni siquiera había llegado a las arcas del partido pues la cantidad se la habían repartido -suponemos que amigablemente- el tesorero con sus colaboradores. Poco después, nada menos que el secretario general del partido tiene que admitir que, en la era Kohl, la organización se había financiado ilegalmente. Otros antiguos secretarios generales sostuvieron, sin embargo, que nada sabían de tales prácticas.

Y es tras estas declaraciones cuando el propio Kohl confiesa ante las cámaras de televisión y asume toda la responsabilidad política derivada del escándalo.

A los pocos días, se ve obligado a abandonar la presidencia honorífica de la CDU. Se constituyó entonces una comisión de investigación en el Parlamento que sesionó hasta el verano de 2002 al tiempo que se tramitaba el endurecimiento de los preceptos de la ley de financiación de los partidos. A lo largo de las deliberaciones de la comisión parlamentaria quedó demostrado que la CDU poseía grandes cantidades de dinero negro y también una muy sospechosa fundación en Suiza. En estos trapicheos se vieron involucrados nombres importantes de la política alemana, entre ellos, el de Wolfgang Schäuble -presidente del partido, como hemos visto- quien reconoció en enero de 2000 haber recibido dinero procedente de la industria del armamento, a pesar de que en el Parlamento poco antes lo había negado. Pero la rectificación le fue impuesta por el hecho de que una tesorera del partido logró dar muchos detalles que contradecían la versión de Schäuble.
 
La situación de este hombre se hizo insostenible y a mediados de febrero dimitió. La CDU queda entonces descabezada lo que refuerza la posición de Angela Merkel quien ostentaba -lo hemos visto- la secretaría general.

Se abre entonces un debate intenso en el partido a lo largo y ancho de Alemania de forma que se celebran hasta ocho “conferencias regionales” donde los militantes discutieron en profundidad el escándalo y sus implicaciones. Es en ellas donde se va formando una corriente de opinión partidaria de que Merkel ocupe la presidencia vacante del partido, lo que en efecto ocurre en abril de 2000. Malos tiempos para la CDU. La flamante presidenta sufre, como consecuencia del escándalo, derrotas en algunas elecciones regionales. Es el tiempo en el que el Gobierno rojiverde del dúo Gerhard Schröder - Joschka Fischer campaba por sus respetos en el escenario político alemán.

Y es el tiempo también en el que hay que buscar un candidato para la cancillería porque las elecciones generales se acercan. Merkel no oculta su intención de aspirar al cargo pero tiene un adversario poderoso, Edmund Stoiber, presidente del Gobierno bávaro desde 1993 y dirigente del partido hermano, la CSU. Hombre correoso y con muchos apoyos entre los presidentes de los Länder se convierte en efecto en el candidato a la cancillería con el respaldo ¿entusiasta, fingido? de Merkel.

Pero las elecciones de septiembre de 2002 dan de nuevo la victoria a socialistas y verdes, escasa ciertamente pero victoria. Schröder sigue como canciller después de haberse puesto las botas de agua en las inundaciones del verano. Cuando se constituye el Bundestag, Angela Merkel reclama la presidencia del grupo de la oposición, que consigue. Para hacer desde allí -conviene recordarlo y subrayarlo- un trabajo de colaboración con el Gobierno que acaba vinculando al partido a las grandes reformas sanitaria y laboral que promueve Schröder, cuyo contenido vota favorablemente en el Parlamento.

Y sigue la carrera de la señora Merkel hasta el lugar que hoy ocupa ...

Volvamos al asunto de las donaciones. Merkel, a quien se llamaba entonces despectivamente Merkelchen, es decir, “Merkelita”, consolida su posición dirigente como consecuencia de su firmeza al combatir las ilegalidades amparadas por quien había sido su introductor en las esferas de la alta política alemana. Lo hemos visto con la campanada en el prestigioso Frankfurter y lo completa en enero de 2000 al confirmar que, tras la auditoría de las cuentas de las CDU, quedaba probada la existencia de millones de marcos “de desconocido origen” en las cajas del partido durante la era de Helmut Kohl.

Personaje histórico -la reunificación, los éxitos europeos ...-  caído en desgracia hasta el punto de que una recepción, organizada para celebrar su setenta cumpleaños, es cancelada desde la dirección de la CDU. El presidente del Bundestag impone a la CDU una multa de cuarenta y un millones y medio de marcos y más tarde pierde el partido casi otros ocho millones procedentes de los fondos destinados a la financiación pública de los partidos, como sanción por su comportamiento.

Los medios informativos, el Spiegel, la prensa de Berlín, la televisión, siguieron ofreciendo datos y más datos sobre este oscuro asunto que se completó luego con otros en el seno de la socialdemocracia (Colonia) y entre los liberales (Land de Renania del Norte-Westfalia) ...

Para meditar y afrontar nuestras actuales desventuras, acaso estos datos, extraídos de los anales de la historia alemana contemporánea, puedan servir de ayuda, terapia y brújula. 

domingo, 3 de febrero de 2013

Bodas de plata


Probablemente y como a todos nos ha pasado, Felipe Orbegozo no cabía en sí de la segunda parte de su apellido cuando se le hizo el primer encargo en nuestro  periódico. Se trataba de una sección humilde pero en la que iba a reflejar muy pronto su estilo. Hoy, que ha conseguido su primer galardón literario, traemos a las páginas de nuestro diario una curiosidad:el primer texto firmado por Orbegozo que es una sencilla crónica de sociedad publicada el día 4 de febrero del año dos mil seis.

"Fue en el restaurante 'el garbanzo en su punto' donde se celebró el convite. Estaba el local iluminado con luces de bohemia y los camareros lucían el uniforme que utilizan los académicos de la Lengua los días de recepción. Iban y venían con sus fuentes de colesterol calentito. Con el micrófono en la mano y con menos pelo que un tomo del Espasa se encontraba el famoso cantante Julio Capillas, hace años expulsado de Miami por haber intentado cantar a los propios lugareños una de sus baladas. Entre los asistentes, los antiguos dirigentes políticos, don Antonio Hernández Cancha que hizo reír mucho contando su próxima estrategia política y doña Rosa Duque a la que gastaron,  durante el banquete,  una bonita broma pidiéndole que contara algo.

A los postres tomó la palabra don Servando que es buen orador pero que lleva muchos años sin poder hablar porque es,  desde hace varias legislaturas,  diputado a Cortes:

'Nos reune hoy aquí, amigas y amigos, con unos añitos más, es verdad pero con el ánimo joven de siempre, una conmemoración que no puede dejar de celebrarse en toda familia que se precie. Hoy celebramos las bodas de plata -ahí es nada, veinticinco añitos- del divorcio de Juan Miguel y María Yolanda. ¡Parece que fue ayer cuando se divorciaron! Eran unos pichones, a Juan Miguel, a Juanmi, ni siquiera le asomaban los pelos que hoy luce en las orejas y María Yolanda todavía andaba con las molestias femeninas. Les faltaban más de treinta letras del piso por pagar y los niños estudiaban esa cosa tan rara que sonaba a onomatopeya del eructo, el BUP y que era donde se aprendía a poner bien las faltas de ortografía. Hoy ahí los teneis:Itziar, la mayor, gracias a haber abandonado tempranamente los estudios,  es hoy una importante dirigente sindical;Iván, el chico, oficial insumiso de caballería. Para mí. . . '.

Interrumpieron al orador:¡Vivan los divorciados! Sonó el descorche del cava. Empezó la música.  Juan Miguel y María Yolanda bailaron y estuvieron muy animados toda la tarde. Se retiraron cuando vinieron a recogerles sus respectivos cónyuges".

Un curioso documento de quien empieza a ser celebrado escritor y colaborador nuestro don Felipe Orbegozo.