sábado, 2 de mayo de 2009

Dos guindas

Las revoluciones son los despertadores de la Historia.

El estornudo es la interjección de la nariz.

4 comentarios:

  1. Señor Sosa Wagner

    Ayer, un compañero asíduo del blog de Rosa Díez nos dejó el enlace para ver el video de su intervención en el Euroforum de Bilbao (creo que ese era el nombre, lo digo de memoria).
    Una hora entera, entre la presentación, a cargo de Gorka Maneiro, su charla, ( que no discurso, por el tono sosegado y coloquial ), y las preguntas y respuestas.

    Disfruté muchísimo con todo ello, y lo pienso volver a ver. Los medios solo publican pequeños extractos, con frases sacadas de contexto, y ganas de llamar la atención. Justo lo contrario del efecto que produce el ver el video completo, que convence por su razonada tranquilidad.

    Por mi parte, tiene usted una nueva aficionada.
    Espero que muchos más vean el video entero, porque no dudo que el efecto sea para ellos igual que ha sido conmigo.

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  2. D. Francisco Sosa Wagner estoy perfectamente de acuerdo con esas dos frases o pensamientos.

    Espero, deseo y anhelo que en el futuro los grandes cambios ideológicos no vayan acompanados de la revolución sino que se consigan a través del diálogo. Por esa razón confio en el G-20 y espero de él grandes cambios y controles en el mundo financiero.
    Saludos
    Cristina

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  3. ¡Rayos! ¡Entonces fue Metternich quien inventó el "cinco minutos más, mamá, por favor..."!

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  4. Pues he de disentir, don Francisco. Los Ingleses, que son una gente muy despierta, han abominado siempre de las revoluciones, y han optado por una paulatina concesión de placebos para la plebe que, evitándo los violentos cambios de ritmo continentales, les ha acabado llevando prácticamente al mimo sitio que al resto de los paises avanzados. En realidad a ellos les gusta mucho más canear a sus invadidos que pegarse entre ellos, y si nosotros tomásemos ejemplo reformaríamos más y revolucionaríamos menos, porque sólo en limpiar la sangre echamos luego más de 70 años.

    Respecto a lo del estornudo, se me ocurre una odiosa comparación que convertiría las flatulencias en una feroz exclamativa de las nalgas.

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