jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidades: un gran invento

Las Navidades son la más creadora invención del ser humano. Ningún acontecimiento del año puede compararse, en originalidad, con la celebración que los humanos hacemos, a los dos mil años, del nacimiento del niño Dios.

Cuando se conmemora una batalla importante o el fin de una guerra victoriosa, de esas en la que el hombre se ha distinguido por su piedad con sus semejantes, se organiza un gran desfile militar, en el que participan unos legionarios tatuados precedidos de una cabra, una banda de música toca enaltecedores pasodobles, se lucen mantillas en las tribunas y a un cura castrense se le deja decir una misa por los caídos que siguen con fervor los que aún están en pie.

Si se quiere recordar el nacimiento de Kant o de cualquier otro pensador terrible, un grupo de sus entusiastas, habitualmente destacados intelectuales que viven de lo que aquel hombre dejó escrito, prepara un congreso en el que se pronuncian conferencias destinadas a analizar tal o cual fragmento de la obra del sabio celebrado y llorado, normalmente financiadas por la Caja de Ahorros, con lo que el lloro resulta menos compungido y más llevadero.

Véase cómo en ambos ejemplos, existe una relación identificable entre aquello que se conmemora y los fastos de la conmemoración.

En las Navidades, no. Porque dígaseme ¿qué relación existe entre el nacimiento del niño Jesús allá en Belén con regalar una pitillera a un pariente próximo? Y el hecho de afanarse medio kilogramo de polvorones ¿tiene alguna conexión, siquiera sea remota, con la venida al mundo del Salvador? Pues qué, rellenar un pobre pavo de castañas, ponerlo al horno y comerlo después con voracidad, en compañía de algunos parientes importunos ¿puede decirse que recuerde en algo aquel humilde y remoto parto? Comprarse una bufanda, jugar a la lotería para atraer al único gordo con prestigio en la sociedad, ir a esquiar a los Alpes, tomar las uvas en un hotel en la poética proximidad del jefe de una entidad bancaria, ¿puede relacionarse con los llantos de un recién nacido y los afanes de una madre sin el consuelo del dodotis?

No. Ni la más fecunda imaginación puede asociarlos. Por eso decía que las navidades son el fruto de la más creadora imaginación del ser humano. Y el definitivo triunfo del Corte Inglés.

5 comentarios:

  1. Una reflexión interesante, Francisco. Yo muchas veces intento no celebrar otras onomásticas, como el día de los enamorados, el día del padre, el de la madre... digo yo, ¿sólo te enamoras un día al año? ¿o eres padre o madre? El día realmente importante es hoy.

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  2. El niño Jesus ya mayor nos mira desde el cielo y se pregunta ¿hay que ver lo que han progresado estos hijos mios ahora tienen de todo y todo necesario?, cuando yo naci tenian apenas lo imprescindible, tendré que bajar otra vez para recordarles ¡que no gasten tanto!.

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  3. Esto que dices es porque lo del nacimiento del niño Dios es un postizo que se colocó a una celebración mucho más antigua, cuando nuestros antepasados de las cavernas se ponían de comida hasta arriba para acumular grasa y pasar el invierno tranquilitos regalándose pitilleras unos a otros.

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  4. Profesor Sosa Wagner
    No soy creyente. Para mí, la Navidad es la celebración anual de la familia. Cuando los que están desperdigados por el ancho mundo vuelven a reunirse para recordar viejos tiempos, conocer a los recién llegados a la familia, ponerse morados de pavo y de turrón, y acabar peleándose hasta el año siguiente.

    Llevo mucho tiempo sin venir, que ya no estoy en UPyD, y me siento un poco como una turista, pero siempre ha acogido usted a todos con generosidad y sentido del humor, y nunca ha negado el acceso a nadie.
    Por eso me atrevo a venir y a desearle
    ¡ MUY FELICES PASCUAS Y AÑO 2011!

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  5. Os deseo una feliz Navidad y salud en 2011, P.

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