(Hace unas semanas me publicó La Nueva España esta Sosería)
Todavía se siguen celebrando la fiesta de la Cruz Roja, las huchas a
favor del cáncer (que las personas generosas siempre han apoyado),
ignoro si ha desaparecido el Domund, fecha en la que mandábamos a los
chinos (o a los negros, no lo recuerdo) el papel de «plata» del
chocolate (el antecedente del albal, o sea, el protoalbal), cualquiera
sabe con qué designio, pues nunca se nos explicó el uso que tales
pueblos hacían de ese material.
Hoy todo eso ha quedado
arrumbado entre las muchas antiguallas que vamos amontonando. En breve
habrá que hacer un homenaje a la antigualla, tan devaluada, y dedicar un
día al «orgullo de lo antiguo», donde pudiéramos exhibir sin pudor, por
las calles y en carrozas engalanadas, lo anticuado, lo añejo, lo
rancio, todo aquello que la polilla va sepultando sin piedad entre los
pliegues del gusano corrosivo de la indiferencia. Imitemos al vino, o al
vinagre o al whisky que proclaman su antigüedad con ínfulas,
despreciando sin más la existencia loca de las jóvenes generaciones.
Pero
a lo que iba es que esas muestras de acercamiento al infortunio ajeno
hoy han sido sustituidas por los actos «solidarios». El «progre» actual
no hace ya vacaciones normales, en Benidorm o en la aldea de los
abuelos, sino «vacaciones solidarias», y cuando se pregunta en qué
consisten, resulta que son algo parecido a lo ya practicado por el SEU,
sindicato de estudiantes de cuando la dictadura, que organizaba unos
campos de trabajo en España y en países europeos (yo asistí a varios en
Francia). En ellos se colaboraba con los obreros de una fábrica o los
agricultores de la zona o se ayudaba en la ejecución de pequeñas obras
en los pueblos. «Nihil novum sub sole», se lee en el Eclesiastés como
aviso para bajar los humos a quienes van por el mundo con la pegatina de
la originalidad.
Lo mejor son las comilonas «solidarias».
Antes también existían los banquetes que se daban al amigo ganador de
una flor natural por haber perpetrado un poema «a Purita», o al vecino
cuyo hijo había sacado el número uno en las notarías. A Pérez Galdós le
dieron copia de banquetes con gran consumo de pollo, capitán de los
manjares, y, cuando terminaba la tabarra de los discursos, don Benito se
encaminaba con diligencia a aliviarse entre las extremidades de alguna
opulenta moza de fortuna.
Hoy el banquete ha sido sustituido
por el «lunch» o el «breakfast», que, en determinados ambientes, se
convierte en el «lunch solidario». Se comen las mismas gambas a la
gabardina, se degustan las mismas croquetas y los mismos montaditos de
lomo que en los tradicionales e incluso se sopla el mismo whisky de
reserva, pero se hace con la intención puesta en los pobres y los
desheredados de la tierra.
Y es que si para librar al mundo
de sus injusticias e infortunios es preciso engullir canapé tras canapé,
todas las personas magnánimas estamos dispuestas a hacer el sacrificio.
Todavía no existe, pero propongo como novedad a tener en
cuenta por la población más ligera de años la modalidad del «botellón
solidario». A los mayores que no se relacionan con la juventud les
explicaré que el «botellón» es una original y fecunda manera de
organizar el contacto entre los jóvenes, especialmente universitarios, y
que se practica las noches de los jueves, los viernes y los sábados, es
decir, cuando es obligado reponerse de los rigores del estudio y la
reflexión.
Al «botellón», luminoso signo de los tiempos, es
preciso dedicarle una reflexión específica y además es urgente publicar
el «Juanito» de los botellones, es decir, el libro de la urbanidad y los
buenos modales en el «botellón». Pero de momento quede enunciada aquí
esta modalidad nueva que ayudaría a profundizar en el mundo botellonil y
sobre todo a conectarlo con el de la solidaridad, es decir, con el
ancho espacio donde los escrúpulos y remordimientos se bañan y perfuman.
sábado, 17 de noviembre de 2012
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Querido D. Francisco, yo voy a visitar a mis antiguos compañeros de trabajo, y tomarme con ellos 50 (cervezas sin alcohool), y comprar cincuenta décimos de loteria (por si toca), no vaya a ser que no juegue y toque.
ResponderEliminarUn Fuerte Abrazo D. Francisco, me encanta su forma elegante de escribir.
Gracias querido amigo, no es fácil tener lectores sensibles a la prosa cuidada. Un abrazo, FSW.
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