domingo, 7 de octubre de 2012

Debates: ¡fuera las ideas!

(El jueves 4 de octubre publicó La Nueva España esta Sosería).


“Las ideas se tienen, en las creencias se está” nos enseñaba Ortega cuando éramos jóvenes y nosotros rumiábamos estas palabras para hacernos definitivamente con ellas, con su significado profundo y formar nuestra modesta composición de lugar.

¡Ah, las ideas ...! Hay la historia “de las ideas políticas” o de las “ideas filosóficas” que se enseñan como asignaturas en algunas Facultades y me imagino que existe también lo mismo respecto a las ciencias físicas o a la matemática porque se entiende que esas señoras, las ideas, son el soporte de una ideología, de un ideario, de un conjunto de representaciones, de conocimientos, de imágenes, de percepciones, de impresiones o de lo que sea. Quiero decir con ello que las ideas han tenido, desde Platón para acá, prestigio social y de alguien serio se decía que era “persona de ideas firmes” con lo que el sujeto así calificado tenía ya un trecho recorrido en el camino de la confianza y la fiabilidad. Por el contrario, de alguien a quien hemos querido descalificar siempre hemos dicho que “no tiene zorra idea” o “la más remota idea”.

En estos momentos, sin embargo, el crédito de las ideas parece que está algo en entredicho, sepultado en el catafalco adonde van a parar las antiguallas que ya no lucen. Porque es de anotar -y el lector perspicaz lo habrá advertido- que se han convertido en un insulto en el debate político y así no es raro que, al analizar una propuesta en este o en aquel campo, nos encontremos con que el adversario de la misma esgrima que en ellas “hay mucha ideología”. Véase el ejemplo ahora con la enseñanza o antes con la sanidad o con la regulación de la supervisión bancaria etc. Tal parece como si las ideas -la “ideología”- contaminaran el plan a llevar a cabo y este quedara ya con ellas irremediablemente manchado. 

Uno creía sin embargo que las ideas eran baluartes del pensamiento y que lo lógico era que los grandes debates estuvieran bien cosidos por las ideas a ellos subyacentes y que constituyeran pautas para alumbrar soluciones satisfactorias. Y así las ideas liberales servirían para reforzar la libertad del mercado, las de los ecologistas para prevenir de los destrozos en la naturaleza que una iniciativa pudiera acarrear, las socialdemócratas para recordarnos a los pobres y a las clases menesterosas, y por ahí seguido. Es decir, algunos hemos pensado siempre que eran las ideas -las políticas, las religiosas, las filosóficas ...- , junto a los grandes descubrimientos científicos y técnicos, la palanca que ha movido desde siempre el mundo. Aristóteles, Newton, Erasmo, Lutero, Rousseau, Marx etc han sido señores que han dejado una huella en la humanidad porque han aportado ideas que han contribuido a remover nuestras conciencias, a aliviarnos de prejuicios y a sepultar tópicos y lugares comunes entre fantasías de nardos ya hechos cenizas.

Pero como sostengo ya no es así. Hoy la idea o el conjunto de las mismas, dotado de cierta unidad y coherencia, es decir, la ideología, se ha convertido en dardo envenenado a disparar  contra el adversario político para arruinar sus propuestas.

Todo esto es un poco disparatado pero habrá que acostumbrarse a ello y saber que las ideas ya no pasan de ser sombras, objetos voladores, estrellas heridas, almas muertas que bogan en los altos cielos, cuerpos que resbalan, arenas fugitivas ... O un abanico de mil colores que nos ayuda a ahuyentar la reflexión. 

1 comentario:

  1. Me gustaria tener una idea que diera luz sobre los problemas que nos acosan, y descubro que no tengo ni idea y lo disfrazo diciéndome que sólo sé que no sé nada, luego pienso y creo que éso ya lo dijo alguien en el pasado.

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