¿No se advierte la importancia de las enseñanzas que el sector privado nos transmite? Ahora apliquemos este modelo a nuestras Administraciones y veremos su valor magnífico. Que detengan su marcha los boletines oficiales, que se paren los enredos de los burócratas, que se decrete un ERE para la aprobación de tanto reglamento inútil ... las víctimas pedimos por caridad un respiro.
Solo en leyes se han aprobado en el último año miles: unas proceden del Estado, de las Cortes

Es verdad que siempre ha existido más o menos una catarata semejante (fuera de la originada en las Comunidades autónomas que son hallazgo reciente) pero, como no se había inventado ni la informática ni las bases de datos, nadie daba la mayor importancia a los estragos legislativos pues prácticamente se desconocían y en la paz de la ignorancia vivían los abogados, los jueces y los funcionarios. Todo ello conducía a un mundo positivo y plausible, dominado por el ritmo pausado del tiempo y las inofensivas charlas de café en el casino.
Pero este idílico escenario se ha desvanecido. Ahora la situación es angustiosa porque, con solo darle a una tecla, nos sale el chorro de disposiciones con una cadencia imperturbable e inclemente, dijérase que sin piedad: golpeándonos, aniquilándonos, y encima percutiendo en nuestras entretelas porque nos hace conscientes de lo mucho que pecamos, legislativamente hablando, es decir, lo mucho que incumplimos o la cantidad de normas que nos tomamos por el pito de un sereno.
¿Se imagina alguien un parlamento sometido a un expediente temporal de silencio? Los diputados tendrían prohibido aprobar nuevas normas, menos por supuesto ordenar en los periódicos oficiales su reproducción que tanta alarma causa en las almas cándidas. ¿Se imagina alguien a todas las Administraciones calladitas por imperativo legal una temporadita, dos o tres años, un suponer? Habría cientos de oficinas -que son todas iguales entre sí- punto en boca, pues es cosa famosa que en la España plural, después de reivindicar los territorios su propia autonomía, todos ellos reproducen las mismas organizaciones y las mismas oficinas que tienen los vecinos y el Estado. Es una operación de clonación tan extensa que no tiene parangón en el mundo de la reproducción animal.
Crearíamos a buen seguro un dique contra la ansiedad y contra las obsesiones compulsivas que sufre tanto infortunado, y al mismo tiempo lograríamos que la felicidad dejara de ser esa sombra que se disipa y se desvanece a la menor brisa.
A mi me gustan mucho las normas, yo tengo mi casa llena de papelitos, un papelito para las normas en la cocina, otro en el comedor, normas para pasar por el pasillo y otras para el uso de la terraza. Me he quedado sólo, pero de ése modo tengo más tiempo para leeme todas las normas y poner algunas nuevas.
ResponderEliminar