domingo, 30 de octubre de 2011

El próximo puente

Puede decirse ya a estas alturas que la vida discurre entre dos puentes. La oficina, el taller, la Universidad, la clínica y las molestias que conllevan, no son más que paréntesis entre puentes, un alto que hacemos para preparar el próximo desplazamiento. En realidad, el empleado del Banco, el dentista o el profesor, todos nosotros, atendemos nuestros afanes de manera muy superficial e interina porque en rigor en lo que estamos pensando es en el puente. O en el fin de semana, cuando nos hemos de conformar con menores ambiciones. Así, puentes y fines de semana son las referencias temporales modernas, los acontecimientos ya no ocurren tal día de octubre o de noviembre sino entre el puente del Pilar y el de los Santos, porque el tiempo, ese enigma antiguo, se esfuma entre los ojos de los puentes. Podríamos decir que nada mejor, para apreciar el paso del tiempo, que colocarnos sobre el puente y, desde allí, verlo llegar y desaparecer en el horizonte.

De la misma forma que ahora estudiamos la era de los glaciares o el siglo de los descubrimientos, en el futuro nuestro tiempo será identificado como el de los puentes, época dichosa en la que se han desdibujado las fechas con sus atrabiliarias imposiciones. Antes, los ciclos de la tierra, de la siembra o de la cosecha, determinaban la vida de los campesinos, mientras que en las ciudades era la “saison”, la temporada, la que marcaba los ritmos. “Búsquese usted un padre o una madre antes de que termine la temporada” dice un personaje de Oscar Wilde a un joven que se le ha presentado como huérfano. Hoy es claro que se diría: “si quiere recuperar su dignidad, busque un padre antes del próximo puente”. Porque este, el puente, es el único horizonte vital tangible. Adiós pues a aquel viejo puente pletórico de humedades que se conformaba con ver pasar por sus bajos a los ríos con sus aguas revueltas y sus truchas saltarinas, o por encima a los carruajes con aquellas damas que sufrían el “spleen”: hoy el puente tiene otros cometidos más solemnes al haberse convertido en el presidente de la gran procesión del tiempo, del desfile acompasado y marcial de los períodos. Ante él pasan rindiendo armas porque todo se rinde ante el puente.

Puede ser humilde pontón, confeccionado a base de unas tablas, para quien carezca de medios económicos, pero es ambiciosa obra hidráulica si se cuenta con posibles. En cualquier caso estamos ante la referencia moderna de Cronos, quien, por cierto, en la mitología griega, tenía como uno de sus atributos la guadaña, lo cual debe ser recuperado hoy porque los puentes están asociados a los muertos, a las cifras terroríficas de la mortandad en la carretera. Es más, estos, los muertos, cuando hablan entre ellos en la eternidad, ya no dicen “yo la diñé en la guerra de los Treinta años” o en el terremoto de Lisboa, señales de cierta distinción histórica, sino yo soy un muerto del puente de la Constitución o del Corpus. Resulta menos heroico y menos digno pero es que menos dignos y menos heroicos son los tiempos modernos en general. Es inútil pedirles más.

También la semana ha perdido su dignidad estando solamente su fin rodeado de excelso prestigio. El principio, en cambio, representado por el lunes, es momento aciago, del que se procura no hablar para no herir. Adviértase la tremenda mutación sufrida: el fin, que es el perecimiento y el agotamiento, alzado a la máxima distinción y encumbrado hacia la gloria en la medición del tiempo. “Buen fin de semana” decimos, nadie desea sin embargo, “buen principio” o “buena mediada” de semana. Cuando apenas se recuerda la liturgia, hemos consagrado los amenes, el introito nos parece un fastidio, y hoy Marcel Proust no tendría nada que hacer escribiendo tomos y tomos en busca del tiempo perdido porque lo que se lleva es la búsqueda del tiempo fugaz hallado bajo un puente, el próximo. Y a la magdalena que le den dos duros. ¡Tiempo de desguaces, en verdad, el nuestro!

Y así, entre puentes, pasamos una vida que no tardaremos en poner en las páginas amarillas como simple objeto comercial.

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