Y es que los signos de la autoridad y del lustre van cambiando al compás de los tiempos. Así, en los siglos pasados, quien quisiera hacerse notar la primera disposición que tomaba era instalar una capilla privada en su palacio para poder confiar la misa y la administración de los sacramentos a un cura de confianza que le decía en las homilías justamente aquello que quería oír y así se ahorraba lamentables e inconvenientes sobresaltos. Hoy, cuando un señorón quiere apabullar a un pobre diablo lo primero que le suelta es que tiene piscina privada. Es decir que la piscina ha venido a sustituir a la capilla, lo cual da una idea bien cabal del declive de nuestro estado moral. Hasta las playas se anuncian a veces como playas privadas siendo así que las playas son públicas porque así lo exige la naturaleza de las cosas, porque el horizonte, incendiado o tenebroso, o las olas, huidizas en su burlona constancia, o las puestas de sol, que son el mutis de la puesta en escena del astro teatral, todos estos acontecimientos no se pueden concebir sino contemplados por una platea nutrida de espectadores. Pues, con todo, varias leyes han debido aprobarse para impedir que los hombres se apropien privadamente de las playas.
Los escritores que hoy más admiramos no paraban hasta conseguir tener su tertulia privada. No les bastaba con acudir a la que se formara en el café, necesitaban disponer de la suya propia, con acta de notoriedad extendida por el notario de guardia, así Valle-In

Se ve por tanto cómo siempre la seña de distinción de los humanos va derechamente en busca de lo privado pues que la Historia es poco más que una sucesión de acontecimientos destinados a fabricar seres cada vez más egoistas e insolidarios. Supongo que antes, en la edad de piedra, lo importante sería tener piedra propia, como en la edad del hierro, hierro propio y así sucesivamente. La monogamia tiene mucho que ver con esta manía de la Humanidad de agenciarse pertenencias para inscribirlas a su nombre exclusivo en el Registro de la Propiedad.
Pues bien, Internet, que nace como el anchuroso lugar donde todos tenemos cobijo, donde es fácil pasear y saludarnos y charlarnos los unos a los otros como en las antiguas calles mayores de las capitales de provincia, también ha caído en la fabricación de los fetiches privados, del "web" particular e intransferible. Ahora ya se enseña la página "web" como si fuera la casa propia y hasta he leído que se "visita" la "web" de una familia. Esto tiene su gracia porque permite que las visitas no se hagan con el acompañamiento de la taza de ca

No lo dude, lector: distíngase, hágase de un "web" privado y allá penas.
Vanidad todo es vanidad, siempre de alguna manera tenemos que buscar la forma de distinguirnos y quedar por encima de los demás, somos asi y siempre lo seremos. Lo dificil es encontrar lo excelente y tener ojos para apreciarlo, sea página web, blog o facebook.
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