domingo, 21 de agosto de 2011

Bolzano, donde las lenguas se entrelazan

(Ayer publicó el periódico El Mundo este artículo mío)


Llegar a Bolzano desde Múnich es fácil: apenas cuatro horas de tren que transcurren a través de un paisaje feliz que se encarna en alturas altivas, en lagos apacibles, en bosques cuyo corazón en verano es un torrente en ejarbe, y donde las temperaturas son tan cordiales que parecen ofrecer los buenos días como lo hacen esos enanitos jocundos que pueblan los jardines de tantas casas de la región.

Además, el tren austriaco dispone de esos vagones tradicionales que ya apenas quedan y donde se cometían los crímenes de la época gloriosa y novelada. En el que me instalo había un matrimonio japonés con su hijo de 12 o 13 años que se dirigía hacia Milán. Curiosa la actitud de los tres: habían venido -según contaron- por primera vez a Europa en viaje turístico, estaban atravesando nada menos que los Alpes Dolomitas... Pues bien, ¿alguien cree que dedicaban alguna atención al paisaje? Es probable que ese hubiera sido su deseo pero les resultaba imposible pues estaban literalmente enredados entre cables: del ordenador, del iPod, del iPad, de los móviles, de la máquina de fotos, de la de vídeo... En medio de aquel lío era imposible mirar por la ventana ni disfrutar de aquellos montes suntuosos y venerables.

Bolzano (en alemán, Bozen) es, como ciudad, un descubrimiento sobre todo si se disfruta de un tiempo sereno en el que aletean las brisas finas y se reciben por doquier las galanterías de las flores. Bolzano es una maravilla urbanística, una coquetería arquitectónica, el mimo austriaco y la gracia italiana maridadas... No me extraña que se hayan peleado por esta joya unos y otros a lo largo de los siglos. Perteneció al Imperio austrohúngaro y pasó al dominio italiano tras la Gran Guerra. Mussolini quiso italianizarla utilizando los métodos recios a que acostumbraba y Bolzano hizo como que aceptaba los deseos de aquel histrión de teatro en almoneda. Pero siguió con sus sentimientos partidos, entre las culturas italiana y germánica.

Capital de lo que hoy es, jurídicamente, una provincia autónoma dentro de una región italiana, Bolzano es, en términos geográficos e históricos, la zona sur del Tirol. El Imperio de Austria se vio obligado a ceder en 1858 ciudades y espacios a la Lombardía y en 1866 a Venecia. A partir de ese momento, los italianos bajo dominio austriaco eran los que vivían en los territorios costeros de Goricia, Istria, Gradisca y Trieste así como de Dalmacia. En el Tirol estaban mezclados con la población alemana. El catolicismo era, en esta zona, militante -se le llamaba el sagrado Tirol- y ya en las jornadas revolucionarias de 1848-1849 se gestó la idea de dividir el territorio en dos partes: un Tirol alemán en el norte, con Innsbruck como referencia, y otro italiano en el sur, con Bolzano como epicentro. En el marco del Imperio regido desde Viena, los tiroleses disfrutaron de una suerte de Administración autónoma que perdieron en buena medida cuando se convirtieron en zona fronteriza con el reino de Piamonte-Cerdeña primero y de Italia después en el conocido proceso de unificación de este país. Ante estas nuevas circunstancias, se impuso por parte de las autoridades austriacas una discreta pero vigorosa vigilancia. Con todo, los tiroleses siguieron disfrutando de unas ciertas libertades e incluso se hubiera podido crear alguna universidad italiana en el Imperio austriaco si dificultades menores no hubieran desbaratado el proyecto.

Esta región fue, para el Imperio, un problema limitado si lo comparamos con los gigantescos causados en otros lugares. Cuando llegaron sus amenes, las pérdidas territoriales establecidas por el Tratado de Saint-Germain (septiembre de 1919) fueron muy aflictivas para los austriacos: cesión a Italia del Trentino, Tirol del Sur, Trieste, Istria, varias islas de Dalmacia y el Friuli. Se reavivaron las lágrimas derramadas con ocasión de las derrotas de 1859 y 1866.

Después de la Segunda Guerra Mundial se creó la región del Trentino Alto Adige porque Alcide De Gasperi era oriundo de esas tierras y porque quería compensar la alemanidad de una zona con la italianidad de la otra. Tras las últimas reformas constitucionales hay dos provincias: el Trentino, con la capital en Trento, italiana; y el Alto Adige (Südtirol para los alemanes) cuya capital es Bolzano donde se habla el italiano y el alemán con normalidad. Ha habido en el pasado enfrentamientos lingüísticos e incluso terrorismo -en los años 60- pero hoy parecen superados, en todo caso no conocen expresiones violentas. A esta situación se ha llegado por la conjunción de varios factores, entre ellos la prudencia de sus gobernantes y de sus poblaciones, y la incorporación de Austria a la Unión Europea.

El quiosquero, los empleados del hotel, los conductores de los autobuses, los camareros, los jóvenes que uno se tropieza por la calle, hablan uno y otro idioma. En la escuela se aprenden y es así como se construye una comunidad. Comparo la situación lingüística con la de Bélgica, dividida en dos poblaciones rencorosamente enfrentadas y donde las lenguas no se utilizan como instrumentos del entendimiento sino como armas de combate. Lenguas como trincheras. Pruebe el viajero a acudir en tren desde Bruselas a Amberes, a Brujas, a Gante: en cuanto sale de la región de Bruselas -bilingüe- los anuncios de las estaciones del recorrido ya se hacen solo en neerlandés. Sin concesión alguna, ni siquiera al inglés. Para qué hablar del francés...

O en España, donde los partidos nacionalistas vascos, catalanes y gallegos están empeñados en formar comunidades unilingües a base de forzar la historia de la tierra, de las familias, de las costumbres, de todo aquello al alcance de su obstinación política. Bolzano es, por el contrario, tierra donde las lenguas se entrelazan que es como más gustosas son las lenguas. Por sus bosques de músicas, olores y colores anduvo hace miles de años un hombre que careció en su tiempo de significación alguna pero que, convertido en momia y descubierto 5.000 años después en un estado de conservación apreciable, le ha hecho ser un personaje de telediario. ¡No eres nadie en vida y de momia eres un momio!

Es tierra además de vinos. Hay varios pero quiero recordar que la famosa uva Gewürztraminer tiene su origen en un pueblecito que se halla a poco más de 20 kilómetros de Bolzano. Se llama Tramin, un lugarejo bellísimo. Es lástima que un domingo, en pleno verano, sea imposible en él comprar nada, ni una botella de vino, ni un recuerdo, pues todos los comercios cierran. El único mesonero que trabaja me cuenta que Tramin es un paraíso porque está a poco más de 200 metros sobre el nivel del mar, apenas nieva en invierno y disfruta de un clima que permite grandes cosechas de peras, manzanas y verduras. Y tiene razón pero tampoco hay que llevar esa condición paradisíaca a sus últimas consecuencias pues es verdad que en el paraíso no se pegaba golpe pero, al final, de él fueron expulsados nuestros primeros padres para «ganarse el pan con el sudor de su frente» y este mandato podría ser observado con mayor rigor por los privilegiados habitantes de este lugar.

En fin, de Tramin queda la uva milagrosa, una uva audaz pues se ha escapado hace ya años a buscar aventuras por Francia, por Alemania, por España (Cataluña, El Bierzo...), lugares todos donde ha echado raíces. El vino que produce, tomado frío, con quesos suaves o con un postre pecaminoso por pingüe, es una tentación por la que toda persona bien conformada debe dejarse atrapar.

jueves, 18 de agosto de 2011

Preocupación por las nubes


(Ayer publicó La Nueva España esta Sosería mía)

Hubo un tiempo, hoy ya pulverizado, en el que “estar en las nubes” era vivir fuera de la realidad, es decir, en la Gloria, si se tiene en cuenta lo que la realidad nos depara. “Este niño está siempre en las nubes” decía la madre compungida cuando advertía que su hijo se hallaba como ausente y temía que no podría hacer de él un ingeniero de minas ni un odontólogo. El tal niño era un soñador que, en efecto, tal parecía que se paseara por las nubes que son lugares remotos, objetos inaprensibles, garabatos fugaces, pura intención e invención ... pero a lo mejor resultaba que ese niño se llamaba Franz y se apellidaba Kafka o Marcel y se apellidaba Proust. Y de su cabeza y de sus paseos por las nubes salía luego lo que salió.

Con esto quiero decir que hay que tener mucho cuidado con lo que los humanos normales llamamos “ser prácticos” o “estar en el ajo” porque a veces es esta una de las muchas formas de que se dispone para ser un merluzo. Titulado por la ANECA, pero merluzo.

Y digo que la expresión de las nubes y del despiste ha pasado a mejor vida porque hoy estar en las nubes es estar a la última. Pues la nube -aclárese quien ande alejado de los achaques de internet- es ese espacio donde se almacenan nuestras cartas, que ahora se llaman emails, las fotos de la primera comunión, las peliculas o vídeos y mil y un documentos. Hasta ahora los ordenadores tenían un disco duro y unidad de DVD y no sé cuántas zarandajas más. En estos momentos todos esos artilugios están siendo barridos por la nube que es una especie de servidor externo que hace inútiles las capacidades de almacenamiento de nuestros ya viejos cacharros. Y encima tales inventos son de precio barato, es decir, no están por las nubes.

El lenguaje se desparrama y resulta difícil atraparlo. Para muestra, véase esta explicación que saco de un folleto cualquiera: “guardamos nuestras fotos en Flickr o Picasa, los correos están en Gmail, la música en Spotify ...” y así seguido. Se convendrá conmigo que este galimatías produce mareo a las personas antiguas que gastamos sindéresis y sobrevivimos gracias al omeprazol. Personas a las que, como es mi caso, costó un mundo entender el semáforo.

A mí, la verdad, me da pena todo esto de la nube, de la desacralización de la nube, este apear a la nube de su misterio, de su halo de arcano, de incógnita que vagaba allá por las eternidades azules. Aquellos angelitos que pintaba Murillo siempre con su nube, como un objeto de su propiedad, como quien dispone de un juguetito.

Porque la nube ha sido eso: un juguetito de nuestra imaginación, nadie sabía por qué iban ni por qué venían y esa circunstancia daba mucho de sí para quien gusta de imaginar mundos remotos y seres de quimera. Y las nubes eran lugares óptimos para alojarlos, lugares descomprometidos, porque lo mismo que estaban dejaban de estar.

El cielo es un encerado en el que dios pinta las nubes y las borra como y cuando le peta sin un guión porque dios no lee las informaciones meteorológicas ni tiene por qué atenerse a ellas.

Y, sin embargo, con su aparente anarquía, las nubes han sido siempre el argumento del cielo, lo que le ha dado seriedad y consistencia discursiva, como si dijéramos. Sin la nube el cielo es muy aburrido, son ellas las que le dan sentido, lo hacen ceñudo o alegre o admonitorio o indulgente o frívolo, ellas son las que marcan su rumbo, sus humores, y hasta sus contradicciones. Que es como decir la vida entera.

¿Qué ocurrirá ahora cuando la nube se nos pase a la informática, a los smartphones y a los netbooks? Cualquiera sabe y no podemos, quienes estamos por debajo de las nubes, intervenir en el curso de los acontecimientos. Con todo, me permito pedir a las nubes que se hagan modernas si quieren pero que no nos abandonen del todo y que sigan siendo siempre esas posadas limpias donde los vientos descansan de sus trajines.

viernes, 12 de agosto de 2011

En el mes de agosto algunos se empeñan en añadir al paréntesis de las vacaciones los puntos suspensivos de la muerte.

jueves, 4 de agosto de 2011

Por fín Los Verdes se hacen verdes

Recuerdo a Los Verdes cuando irrumpieron en el panorama político alemán, allá por los años sesenta, con sus vestimentas y sus apuestas capilares atípicas. Los señorones de la democracia establecida se reían de ellos y se preguntaban con ironía dónde llegarían semejantes estantiguas. Pues las tales llegaron, pasados unos años, a compartir decisivamente los destinos de Alemania y ahora, según las encuestas, es posible que se queden con el santo y la limosna del poder político.

Me interesa mucho lo que hacen, porque creo que han llevado aire fresco allí donde había miasmas engordadas, elementos patógenos muy acomodados y han introducido colores amables y gráciles en un cuadro que se pasaba de oscuro y adusto. En el Parlamento europeo tengo excelentes relaciones con ellos porque los veo serios y persuasivos. Su jefe de filas, Cohn-Bendit, es un parlamentario que lleva la llama prendida en la palabra.

Me divierte, además, observar las contradicciones en las que se mueven, pues a base de luchar contra la energía nuclear se han convertido en los mejores agentes de la industria del gas, y ahí está mi admirado Joschka Fischer, agente a sueldo de un gran consorcio, como testimonio. Y para qué hablar de lo a gusto que todo el cotarro de las renovables se encuentra con sus mensajes... Hoy no existe en Alemania negocio más rentable que el de los paneles y los molinos, instalados aquí y allá sin la menor protesta verde aunque afecten a los pececitos indefensos y a las plantitas inocentes del mar Báltico.

Pero ya sabemos, a estas alturas, que la vida es el arte de administrar las contradicciones.

Ahora, en su afán por alejar a la ciudadanía de cualquier peligro de los que acechan en esta civilización esquilmadora, acaban de presentar en el Bundestag una inquietante pregunta, dirigida al Gobierno, que preside una mujer -¡y qué mujer!-, para interesarse por la seguridad de los consoladores y vibradores, pues, al parecer, albergan estos una sustancia llamada ftalatos que, al alterar el equilibrio hormonal, acaba produciendo una porción de consecuencias indeseables: cáncer de útero, diabetes, cefaleas, trastornos digestivos, infertilidad, me imagino que ganas de morder al vecino y no sé cuántas tropelías más. Incluso se dice que desgana frente a los editoriales de los periódicos.

Estos artilugios no son una broma, y de ellos existe una gran demanda en la sociedad actual, como demuestra el hecho de que, en la estación de autobuses de Oviedo, hay una máquina, junto a la de bebidas refrescantes y chocolatinas, que los expende. Con esta previsión se trata de hacer frente a los despistes de última hora en el que todos podemos caer al hacer la maleta cuando tiene uno tantas cosas en la cabeza.

Pues, bien, Los Verdes alemanes exigen seriedad y que se ocupe de ellos el Instituto Federal para la Investigación del Riesgo, que deberá elaborar un «sello de calidad» del juguetito que tranquilice al usuario y le libre de temores antes de entregarse al consuelo que su uso depara y para el que está diseñado. Un letrero o una pegatina que diga: «Artículo libre de ftalatos» y de cualquier otra sustancia química perturbadora, pues hay otras que coadyuvan al peligro bien detectado por el verde de guardia: así el dibutilo y el tributilestaño (entre otras lindezas).

Cobra, así, el color verde una irisación que le enriquece. El verde ya no es solo sinónimo de «nucleares no, gracias». Ahora queda emparentado con la sicalipsis, es decir, con la malicia sexual inocente y con el ejercicio autárquico de la picardía erótica.

miércoles, 20 de julio de 2011

Debate sobre energía en Europa

(Ayer publicó el periódico El Mundo este artículo mío).

Los problemas financieros retumban de tal modo en el debate sobre Europa que corren el riesgo de convertirse en el instrumento solista del (des) concierto europeo. Y, sin embargo, hay otros asuntos: justamente cuando se están cumpliendo sesenta años desde que se fundara la Comunidad europea del carbón y del acero resulta apropiado debatir sobre las “prioridades de la infraestructura energética” en el continente. Son estas el objeto de una reciente Comunicación de la Comisión Europea y del Informe que acaba de aprobar el Pleno del Parlamento Europeo y del que he tenido el honor de ser ponente.

La preocupación por la energía se advierte en los estudios que la Comisión publicó en forma de “Libros” desde mediados de los años noventa, hijos de la “Carta europea de la energía” de 1991. En 2006 se fijaron con claridad los objetivos renovados de la política energética: mercado común; impulso de las energías renovables como instrumento de lucha contra el cambio climático; seguridad del abastecimiento y diversificación de sus fuentes. Después, el famoso “tres veintes” -reducción del 20% de los gases de efecto invernadero, mejora de la eficiencia energética en un 20% y aumento de las renovables en un 20%-, se ha convertido en un expresivo resumen de las preocupaciones europeas. En cierta manera, la brújula para sus medidas políticas pues no hay que olvidar que, en estricta conexión con la política energética, circulan las relacionadas con el transporte, la vivienda o los edificios públicos.

Junto a estos fines, la clara conciencia de que la geopolítica bilateral (acuerdos de los Estados miembros con países productores) es una estrategia errónea que ha de ser sustituida por una política común que convierta la política energética en una parte sustancial de la política exterior. Era Jean Monnet quien aseguraba que “para construir Europa es preciso avanzar paso a paso y que lo esencial es tener un objetivo lo suficientemente claro como para no perderlo de vista”.

En el Tratado de Lisboa se ha consagrado un título a la energía (el XXI) donde aparecen formulados los compromisos mencionados y además el fomento de “la interconexión de las redes energéticas”. Sin embargo, el artículo 192 establece un procedimiento para la toma de decisiones cuando se trate de “medidas que afecten de forma significativa a la elección por un Estado miembro entre diferentes fuentes de energía y a la estructura general de su abastecimiento energético”. En tal caso, el Consejo decide por unanimidad.

Dicho en lenguaje entendible: en manos de cada uno de los Estados queda el asunto central de la estructura de sus abastecimientos y la configuración de su “cesta” energética (“mix”). Por eso vivimos ahora el debate desencadenado por la decisión unilateral alemana de abandonar la energía nuclear y el malestar que ha causado en países vecinos. Pues es bien cierto que existe una contradicción entre la pretendida garantía del abastecimiento de la Unión Europea en su conjunto y, al mismo tiempo, la imposibilidad de intervenir en la definición de ese abastecimiento en los veintisiete países pues ello está reservado a los Estados.

El objetivo del Informe que hemos aprobado está orientado a corregir unas infraestructuras energéticas que, a juicio de la Comisión Europea, se hallan “desfasadas y mal interconectadas”. Así por ejemplo, nos encontramos con un aumento espectacular de generación de electricidad de origen eólico en las regiones del mar del Norte y en el Báltico; con el inmenso potencial de energía renovable en el sur de Europa y en el norte de África; con los problemas que derivan del almacenamiento de electricidad a gran escala; con las necesidades de recarga de los vehículos eléctricos y con el transporte y almacenamiento de CO2 e hidrógeno, entre otras cuestiones urgentes. Todo ello es imposible afrontarlo si no ideamos nuevas redes y nuevas conexiones tanto en el interior de la UE como con terceros países.

Se trata ahora de ir avanzando en la determinación de las infraestructuras necesarias: a) estableciendo los criterios que permitan seleccionar proyectos de “interés europeo”; b) garantizando la ejecución de estos proyectos en plazos razonables y arbitrando fórmulas para solucionar el conflictivo asunto de los procedimientos de autorización y otorgamiento de licencias en los Estados miembros; c) asegurando una financiación que atraiga e impulse la inversión privada.

Importante para España -y para Portugal pues en este achaque vamos de la mano- es la insistencia desde Europa en acabar con “las islas energéticas” que es como se define a la Península Ibérica, tradicionalmente mal conectada con los mercados del centro europeo. Lo mismo ocurre con la preocupación por asegurar las conexiones con las redes europeas tanto de territorios insulares - islas Canarias, Madeira, las Azores- como de las zonas montañosas. Se fija el objetivo temporal para solucionar este histórico atraso en el año 2015.

La eficiencia energética -y el ahorro- son ingredientes centrales en el nuevo diseño porque hemos creído que, mediante la reducción de la demanda de energía, se puede disminuir la dependencia de las importaciones con el consiguiente efecto en las necesidades en infraestructuras tanto públicas como privadas. En conexión con ello, se insiste en la necesidad de crear redes inteligentes que aseguren la adecuada relación entre la producción, el transporte y la distribución y que permitan al ciudadano un consumo consciente -y ahorrador- de energía.

Preocupación fundamental ha sido la tramitación de las licencias, autorizaciones y demás piezas del procedimiento administrativo destinadas a permitir la ejecución de las obras necesarias. El lamento de todos los actores es unívoco: los proyectos se eternizan por la oposición de las poblaciones a ver crecer en su vecindad torres o instalaciones de cualquier tipo. En Alemania se da el caso de que, los mismos que se declaran ecologistas y contrarios a las plantas nucleares, se están oponiendo -a través de asociaciones, plataformas y otras formas del humano ayuntamiento- a las instalaciones que han de servir para sacar la gran cantidad de energía eólica que se está produciendo en el norte del país y llevarla a los centros de consumo.

Para solucionar este conflicto, siendo respetuosos con las competencias de los Estados, se ha pensado en la información temprana a la ciudadanía y en establecer un sistema de advertencias para el caso de que las autoridades de un Estado no atiendan una solicitud en un plazo razonable, así como controlar si los procedimientos nacionales garantizan la ejecución correcta de los proyectos europeos para, en caso contrario, constatar formalmente el impedimento que un Estado pone a la construcción del mercado interior en la UE.

Estamos ante objetivos muy ambiciosos para los que es necesario el concurso de todos. En este sentido son imprescindibles las empresas del sector que claman justamente por un marco regulatorio estable, no sometido a bandazos ni caprichos transitorios de los gobiernos, la mejor forma de asegurar la financiación de sus esfuerzos.

Hasta ahora la política energética de la UE -tanto hacia el exterior de sus fronteras como en su interior- ha carecido de un impulso decididamente “europeo”. Hoy debemos ser conscientes de que el tiempo de las políticas energéticas nacionales pertenecen al pasado.

Europa ha de hablar con “una sola voz”. Una voz que sea bien audible y resuene cabal en la bóveda del edificio europeo.

Porque es de nuestra fragilidad energética de donde hemos de sacar las fuerzas para construir una Europa energéticamente sólida y vigorosa, digna sucesora -en este año de aniversario- de aquel gran invento que fue la CECA. Nuestra cuna como europeos justamente.

miércoles, 13 de julio de 2011

Paradoja

La paradoja es la Verdad engastada en Ingenio.

domingo, 3 de julio de 2011

Alquileres

Como una gran novedad se presenta la noticia de una empresa japonesa cuyo negocio consiste en alquilar parientes por horas.

- En casa estamos muy necesitados de un padre.

- ¿Con barba o lampiño? ¿Aseado o con manchas? ¿Ventripotente o escurrido?

Y del departamento de padres se envía a un señor entrenado en emitir gruñidos, tirar al suelo la ceniza del puro, resolver con garbo las dificultades de un crucigrama y ver partidos de balompié, es decir, un cabal padre de familia y por cuatro cuartos se logra calmar carencia tan dolorosa.

Hay tarifas previstas que lógicamente varían según la proximidad del parentesco y el grado de ternura. Una madre que haga magdalenas de aceite y cante zorcicos, aunque desafine, cuesta mas lógicamente que un triste cuñado que lo único que sabe hacer es ocupar el retrete o un primo de esos lejanos y molestos que hay en toda familia con una cierta dignidad. Estos últimos, cuñados y primos, al parecer, prácticamente los regalan porque está acreditada la incomodidad que a la larga ocasionan. Un abrazo dado con convicción, con buenas palmadas en la espalda y alguna interjección cariñosa, se pone por las nubes. Pero compensa. El simple apretón de manos, que tanto se practica entre rubiales de los paises centroeuropeos, está tirado de precio aunque todos convienen en que resulta frío y por ello no gusta. Cuando se exigen al pariente alquilado sacrificios terribles como oficiar de personaje quimérico (de buena persona, de papa noel) o probar esas rosquillas tan duras que se hacen en casa, entonces es preciso tirar de talonario de cheques porque el precio se dispara y no hablemos de las cantidades que es necesario desembolsar si se trata de reir las gracias del niño cuya tierna habilidad consiste en derramar confituras o la salsa vinagreta en los perniles del pantalón de tergal de las visitas. Ultimamente, los nuevos comportamientos han obligado a crear una tarifa especial para la señora que tiene el capricho de ver los culebrones hispanoamericanos junto a un buen pariente: si a éste se le permite echar una cabezada es hasta barato pero está reservado sólo a pudientes pagar un semblante que aparente regocijo e interés.

Ahora bien, todo esto, que se presenta como una novedad, como el fruto de la capacidad inventiva del actual empresario japonés, está ya inventado hace mucho tiempo por los escritores serios, es decir, los humoristas. Así, Oscar Wilde hace decir en el teatro a Lady Bracknell: "le aconsejaría vivamente, mister Worthing, que procurase adquirir unos parientes lo antes posible y que hiciera un esfuerzo decisivo para presentar, por lo menos, a uno de los dos autores de sus dias de cualquier sexo, antes que haya terminado por completo la temporada". Y, entre nosotros, algo parecido ocurre en la escena con la que se inicia la obra de Miguel Mihura "Maribel y la extraña familia". En ella, la señora de la casa encarece las ventajas de alquilar las visitas y pagarlas cinco duros y una copita de Chinchón. Por tanto, estos señores japoneses tan espabilados y tan finos, que se han llamado entre ellos siempre Jugo de Azahar o Flor de Primaveral Loto y ahora probablemente Dulce Fruto de Fusión Bancaria o Ubérrimo Chip, deberían pagar los correspondientes derechos de propiedad intelectual a los humoristas, verdaderos creadores que, por saberse demasiado bien la asignatura de la vida, optan por no presentarse a examen pues les consta que, como decía el gran Chamfort, de todas las jornadas, la más desaprovechada es aquella en la que no hemos reído.