domingo, 20 de febrero de 2011

En el principio fue el hacha

Ha sido, está siendo emocionante, las mejores sensaciones se suceden en nuestra piel, que vibra y vibra, a veces las mismas lágrimas afloran y rompemos en un llanto quedo y tímido pero gozoso porque sale de las entretelas más íntimas, también de recuerdos remotos alojados en la alcancía de la memoria.

Contemplamos las escenas con regocijo y con la envidia, ay, de no ser ya jóvenes, de tener nuestras miradas trabadas por esas lianas que son los cabellos blancos, de estar prostituidos por compromisos, por componendas, por ese pasteleo inmenso y agobiante en que la vida adulta consiste.

Pero a distancia compartimos, participamos, colaboramos ¡cómo no! con el espectáculo que es explosión de generosidad, de esa grandeza que solo los jóvenes están en condiciones de protagonizar. Porque es su privilegio, la envidiable prerrogativa de la edad, pues que tienen aún la vida desliada, desenvuelta, seres como son todavía ajenos al chanchullo y al enjuague.

Es la hora en la que aún vuelan los afectos puros sobre los campos vírgenes porque no hay enemigos ni venenos de los que emponzoñan el agua, los vientos y las oficinas.

Ya les llegará, claro es, porque la cadencia del tiempo es inexorable y ni conoce la piedad ni teme aniquilar las quimeras. Les llegará, decía, como nos ha llegado a todos, pero ahora, a los veinte años, es el momento gozoso del desinterés, del compromiso con las causas nobles, porque es la única oportunidad que los dioses conceden para poder ser en la vida romero, solo romero, que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, tal como nos enseñó el poeta.

Y cuando hay un tirano que oprime y a lo lejos se ve la ancha hacienda de la libertad, ese joven va hacia allá para instalar en esa tierra bendita y libre su tienda, frágil y firme, para en ella velar, dormir y gozar. Y, con otros compañeros de otras tiendas y las mismas esperanzas, arrojar desde ellas piedras al tirano y cubrirle de insultos, para soliviantarle y sacarle de sus casillas, para que se dé -aturdido primero, desesperado después- a todos los diablos porque unos jóvenes están alterando su sueño putrefacto y corrupto. Su sueño que él cree poblado de hechos gloriosos pero que en realidad son hachas vengativas y erguidas, de esas que manan sangre sin cesar. Porque para el tirano en el principio fue el hacha.

Por todo esto es tan bonito y emotivo ver en los telediarios a los jóvenes universitarios españoles organizando manifestaciones de apoyo a quienes claman por la libertad en Túnez, en Egipto, en Argelia ... Lo reconozco y no me avergüenza confesarlo: me invade la efusión, la sensiblería incluso, cuando leo en los periódicos el encierro que protagonizan unos estudiantes en esta o en aquella Facultad, la huelga de hambre de aquellos otros, la recogida de firmas en un escrito que presentan a los viandantes para despertar sus conciencias abotargadas ... Estos días -lo estamos viendo- las Universidades españolas hierven: en Madrid, en Bilbao, en Barcelona, en Sevilla, en Santiago de Compostela ... No hay distinciones, todos unidos en la causa común por la defensa de la libertad en los países árabes que son, a fin de cuentas, nuestros hermanos. ¿No tenemos todos un poco el alma de nardo del árabe español -otra vez me susurra al oído el poeta-?

Y lo mismo en París, en Berlín, en Roma, en Lisboa, en Londres, donde hace poco también se manifestaron miles de jóvenes altruistas contra la subida de las tasas ...

¡Fuera cepos, fuera candados! se oye sin cesar en los claustros. Estamos ante la explosión de una sangre joven, una sangre especiada en ilusiones, que no puede soportar la injusticia.

3 comentarios:

  1. ¡Jovenes del mundo uníos!, y los jóvenes aunque no oigan ésta frase están unidos sencillamente porque son jóvenes ¡porque son el futuro!.

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  2. Buenas tardes Don Francisco.
    Me complace leerle tan enardecido. Casi se me ha hecho más jóven en la foto ;)

    Yo también querría salir del pasteleo.

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  3. Es la edad de los jeans y los webs... Regalo divino.

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