miércoles, 16 de junio de 2010

La web privada

Hoy día quien quiera ser una persona de cierta entidad y un mínimo prestigio social lo primero que debe agenciarse es una página "web" en Internet. Yo no sé, como es natural, en qué consiste tal alarde de modernidad pero sí he podido oír en varias ocasiones que mi interlocutor me remitía para más detalles "a su página web". Es decir, que la tarjeta de visita está a punto de integrarse en las vitrinas de los museos de objetos peregrinos, de las rarezas usadas por los antiguos. En breve todo el mundo podrá confiar su condición de agente de seguros o de dentista, no a la intimidad de la media docena de conocidos, que es a quienes en rigor importa, sino al eco indefinido y al rumor inasible de ese espacio fantasmal que es Internet.

Y es que los signos de la autoridad y del lustre van cambiando al compás de los tiempos. Así, en los siglos pasados, quien quisiera hacerse notar la primera disposición que tomaba era instalar una capilla privada en su palacio para poder confiar la misa y la administración de los sacramentos a un cura de confianza que le decía en las homilías justamente aquello que quería oír y así se ahorraba lamentables e inconvenientes sobresaltos. Hoy, cuando un señorón quiere apabullar a un pobre diablo lo primero que le suelta es que tiene piscina privada. Es decir que la piscina ha venido a sustituir a la capilla, lo cual da una idea bien cabal del declive de nuestro estado moral. Hasta las playas se anuncian a veces como playas privadas siendo así que las playas son públicas porque así lo exige la naturaleza de las cosas, porque el horizonte, incendiado o tenebroso, o las olas, huidizas en su burlona constancia, o las puestas de sol, que son el mutis de la puesta en escena del astro teatral, todos estos acontecimientos no se pueden concebir sino contemplados por una platea nutrida de espectadores. Pues, con todo, varias leyes han debido aprobarse para impedir que los hombres se apropien privadamente de las playas.

Los escritores que hoy más admiramos no paraban hasta conseguir tener su tertulia privada. No les bastaba con acudir a la que se formara en el café, necesitaban disponer de la suya propia, con acta de notoriedad extendida por el notario de guardia, así Valle-Inclán o Ramón Gómez de la Serna o Rafael Cansinos-Asséns que fundaba tertulias con perseverante constancia o don Pío Baroja que la tenía en su casa porque era misántropo y hasta don Manuel Azaña que es quien acaba traicionando la idea porque no paró hasta que llevó su propia tertulia al hemiciclo del Congreso de los Diputados. Pero don Manuel fue por ello una excepción. Tertulia privada y propia era así el signo del sacramento de la confirmación en la gloria literaria.

Se ve por tanto cómo siempre la seña de distinción de los humanos va derechamente en busca de lo privado pues que la Historia es poco más que una sucesión de acontecimientos destinados a fabricar seres cada vez más egoistas e insolidarios. Supongo que antes, en la edad de piedra, lo importante sería tener piedra propia, como en la edad del hierro, hierro propio y así sucesivamente. La monogamia tiene mucho que ver con esta manía de la Humanidad de agenciarse pertenencias para inscribirlas a su nombre exclusivo en el Registro de la Propiedad.

Pues bien, Internet, que nace como el anchuroso lugar donde todos tenemos cobijo, donde es fácil pasear y saludarnos y charlarnos los unos a los otros como en las antiguas calles mayores de las capitales de provincia, también ha caído en la fabricación de los fetiches privados, del "web" particular e intransferible. Ahora ya se enseña la página "web" como si fuera la casa propia y hasta he leído que se "visita" la "web" de una familia. Esto tiene su gracia porque permite que las visitas no se hagan con el acompañamiento de la taza de café de toda la vida y el aburrimiento de toda la vida, sino de una manera virtual, es decir, a través de las inmateriales páginas "web" de Internet. Se recordará que en "Maribel y la extraña familia", Mihura saca una visita "de pago", es decir, una visita falsa, a la que se abona una cantidad para que visite y dé a la familia visitada un poco de conversación. Con las familias distinguidas que tengan su propio "web" en Internet esto es ahora bien fácil y eso que se ahorrarán en molestias e impertinencias.

No lo dude, lector: distíngase, hágase de un "web" privado y allá penas.

1 comentario:

  1. Vanidad todo es vanidad, siempre de alguna manera tenemos que buscar la forma de distinguirnos y quedar por encima de los demás, somos asi y siempre lo seremos. Lo dificil es encontrar lo excelente y tener ojos para apreciarlo, sea página web, blog o facebook.

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